Cuando éramos más pequeñas (es decir hace 4 días) en la escuela nos enseñaron que la energía ni se crea ni se destruye solo se transforma.
Dicho esto, la energía de los niños/as debe ser reconducida no frenada, es decir, los niños/as rebosan energía, siempre quieren jugar, aprender, descubrir, experimentar y en ocasiones el adulto debido al día a día, está cansando y frena esa energía. Solemos reñirles por todo o dejarles hacer para que no molesten, en ambos casos erramos.
Un ejemplo práctico sería cuando nos ponemos hacer las tareas diarias, como tender la ropa. El niño/a tiene curiosidad y lo primero que hará será sacar la ropa del cesto fuera, y el adulto le dirá: ¡ eso no se hace¡. Bueno transformemos eso, le pedimos al niño/a que nos ayude en el proceso: colocar la ropa en el cesto, llevarla al tendedero y tenderla, de paso repasamos las prendas de vestir, tardaremos más, sí, pero ambos aprenderemos. El adulto a tener paciencia y el niño/a a no tirar la ropa.
Un ejemplo práctico sería cuando nos ponemos hacer las tareas diarias, como tender la ropa. El niño/a tiene curiosidad y lo primero que hará será sacar la ropa del cesto fuera, y el adulto le dirá: ¡ eso no se hace¡. Bueno transformemos eso, le pedimos al niño/a que nos ayude en el proceso: colocar la ropa en el cesto, llevarla al tendedero y tenderla, de paso repasamos las prendas de vestir, tardaremos más, sí, pero ambos aprenderemos. El adulto a tener paciencia y el niño/a a no tirar la ropa.
Esto es solo un ejemplo, hay muchas maneras de transformar su energía en algo productivo: ayudar a hacer la cena, poner la mesa, guardar la ropa, meter ropa sucia en la lavadora e incluso hacer una tarta juntos. De esta manera ayudamos también a su autonomía personal y porque no decirlo a nuestra paz mental, porque no es lo mismo tener a un peque corriendo de un lado a otro desordenando media casa, que tenerlo ayudándote a su manera, y luego poder jugar con él como premio a su comportamiento.
No penséis NUNCA que el tiempo que pasáis con vuestros hijos es tiempo perdido, sino tiempo ganado para el futuro. Recordar siempre que los árboles crecen rectos desde el principio y a la larga veréis los frutos viendo crecer de un modo especial a lo más preciado que tenéis VUESTROS HIJOS.
Una mamá en prácticas
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